Un artista de Miami siembra en conciencias y jardines para un futuro inundado

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Fotografía cedida por la Universidad de Miami (UM) donde aparece el artista de origen cubano Xavier Cortada, quien con su nuevo proyecto participativo titulado “Plan(T)” combina a la perfección sus dos propósitos: planear acciones ante la inexorable subida del mar en Miami y plantar en los jardines de las casas especies arbóreas que crezcan en agua salada. EFE/Universidad de Miami.
Fotografía cedida por la Universidad de Miami (UM) donde se aprecia uno de los recipientes biodegradables con el brote de una de las plantas que forman los manglares que crecen en zonas inundables de la costa floridana que el artista de origen cubano Xavier Cortada está entregando a ciudadanos y escuelas para que las planten en sus jardines junto con una bandera blanca, que sirva de marcador del nivel del terreno y a la vez sea un símbolo del proyecto. EFE/Universidad de Miami.

“Plan(T)”, el título del nuevo proyecto participativo del artista de origen cubano Xavier Cortada, combina a la perfección sus dos propósitos: planear acciones ante la inexorable subida del mar en Miami y plantar en los jardines de las casas especies arbóreas que crezcan en agua salada.

Nacido hace 55 años en Estados Unidos de padres cubanos, Cortada ha puesto su arte al servicio de la protección del medio ambiente desde hace más de una década.

Su nuevo proyecto busca concienciar a los miamenses sobre un problema “real” y “muy importante”: la subida del nivel del mar por efecto del calentamiento global debido a actividades humanas.

Los efectos en el sur de Florida no solo van a sentirse, de hecho ya se sienten, en la costa, sino en áreas alejadas del mar, explica Cortada en una entrevista con Efe horas antes de presentar “Plan(T)” en el parque Pinecrest Gardens, situado en el sur de Miami.

El agua marina va a penetrar en las capas freáticas y eso va a dejar a los humanos sin agua potable y a acabar con los árboles y plantas que no toleren la sal, agrega.

“Plan(T)” consiste en entregar miles de pequeños recipientes biodegradables con un brote de una de las plantas que forman los manglares que crecen en zonas inundables de la costa floridana a ciudadanos y escuelas para que las planten en sus jardines junto con una bandera blanca, que sirva de marcador del nivel del terreno y a la vez sea un símbolo del proyecto.

Se trata de crear “un bosque de manglares urbano para el futuro”, para cuando los robles, las encinas y otros árboles que hoy constituyen la fronda de Miami no puedan vivir más aquí, dice Cortada, catedrático de Arte e Historia del Arte en la Universidad de Miami.

La administración de Pinecrest Gardens, donde Cortada tiene su taller, ha suministrado las banderas blancas y los recipientes biodegradables hechos con almidón de maíz donde han crecido los “plantines”.

Con el permiso de las autoridades, las semillas de esas plantas las han tomado Cortada y sus alumnos de determinadas zonas de manglares de la Bahía Vizcaína.

Como explica este artista al que no le molesta la etiqueta de “ecológico”, ellos han hecho lo que hacen los “pajaritos”, diseminar esas semillas para que crezcan en zonas donde “se van a necesitar en el futuro”.

Por ahora van a entregar 8.500 plantines, pero el objetivo es llegar a 25.000 y más allá, porque este es un proyecto que “no tiene fin” y que a Cortada le gustaría ampliar con la creación de un banco de semillas de las especies que constituyen los manglares.

Cortada lleva años dedicado a reforestar Miami de manglares mediante proyectos abiertos a la comunidad, pero no solo le mueve la preocupación por el medio ambiente y la naturaleza.

Hay siempre un sentido artístico en sus obras, que en este caso se plasman en unas estructuras formadas por los plantines que se asemejan a planos de ciudades.

En diciembre, en coincidencia con la feria Art Basel, está prevista la plantación del primer manglar de la ciudad de Pinecrest, al sur de Miami, un evento que tendrá como telón de un fondo un mural que Cortada está creando.

Considera muy importante crear conciencia a través de la información y la verdad y sin caer en el “sensacionalismo” acerca de lo que va a ocurrir en el sur de Florida, como en otros muchos lugares del mundo, en “20, 30 o 40 años” cuando las olas lleguen a las puertas de las casas y el agua en el subsuelo haya dejado de ser potable por la penetración del mar.

Esa conciencia, a su juicio, debe servir para planificar acciones en el presente de cara a ese futuro y en eso incluye “abrir los ojos” de miles de ciudadanos para que, a la hora de votar, “no elijan personas que no creen en el cambio climático”.

“Si reconocemos que el problema existe es ya un gran paso”, dice.

Según un informe publicado en junio pasado por el Centro para la Integridad Climática, un proyecto del Instituto para la Gobernabilidad y el Desarrollo Sostenible, y la firma de ingeniería Resilient Analytics, el costo de proteger los municipios costeros de los Estados Unidos de la subida del nivel del mar en los próximos 20 años es de más de 400.000 millones de dólares.

Según este informe, basado en proyecciones de la subida del nivel del mar en un plazo de 20 años, es necesario levantar más de 50.000 millas (80.467 kilómetros) de barreras costeras en 22 estados del país de aquí al año 2040, lo que significa invertir más de 400.000 millones de dólares (400 billones en inglés).

El caso de Florida es particularmente dramático, con un costo que casi llega 76.000 millones.

Ana Mengotti