Amor, amigo, país interrumpido

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By Olga Connor
–Published on Sunday, January 14, 2001, in El Nuevo Herald
–Publicado el domingo, 14 de enero de 2001 en El Nuevo Herald

Escribo en un día de amor interrumpido, amigo interrumpido, país interrumpido, un día en que vale leer estos poemas de este cuaderno interrumpido.

Son voces del destierro, de la vida sin destino, de un camino que no sabe su camino.

El tiempo ha dejado de ser aquél en que Alejandro Armengol escribía estos versos, pero parece ayer, parece hoy que los ha escrito, reunidos en este libro interrumpido.

Y es por eso que son. Es por eso que existen, porque han sobrevivido al tiempo en que fueron escritos y me hablan al corazón hoy, esta noche, esta mañana, este día en que estoy triste y desolada, hablan por mí.

Comienza por dedicarle a la rusa Ana Ajmatova, (a poet after my heart, poeta que me seduce), el primer texto del libro, Y para qué, lo que deja ya una huella para poder seguir el trillo de sus pasos: que éste es un libro de poemas escritos bajo la más dura persecución del espíritu.

La Ajmatova dio la sensación de la muerte en cada poema suyo, aun en los que no habla de “la de la guadaña”. Armengol sí la menciona, se regodea en este poema de cementerios y tumbas, que comienza con el verso cuando dos épocas son enterradas –que para mí son las de la nación y la de la generación. Son generaciones y generaciones perdidas de cubanos que nunca estarán en los libros oficiales de su país hasta que no desaparezca el tirano.

Y está casi todo escrito en un ritmo de versos muy españoles, octosílabos, de romancero. Los primeros parecen corridos mexicanos, porque relatan una historia, pero es la historia interna, la del espíritu del poeta –que acaba de demostrar con su libro de relatos La galería invisible que también es narrador de los buenos.

Hay mucho cinismo y desilusión armada con el coraje de la sapiencia, aunque parte de ésta sea juvenil (algunos textos son de juventud, guardados en cajones y gavetas).

Hay mucho desengaño, parecido al del barroco español –no te preocupes de la esperanza/ porque ella quedó entre las ruinas. Porque estos versos son de consejos al partir, un poema escrito ya en el exilio, bien logrado, en ritmo y mensaje: el equívoco es tu piel / tu naturaleza/ tu pequeña venganza desilusionada.

Y luego, una sorpresa le espera al visitante de estas páginas: encontrarse en el centro del libro un romancero, que como los versos más sencillos de Martí encierran extrañas gotas de sabiduría y una lección adicional, semblanzas en cuartetas de autores favoritos, pinceladas en las que se remedan sus rostros, sus modos de escribir, su naturaleza vital y literaria.

En sólo cuatro versos una adivinanza: ángel pez entre las aguas / cabalgando sin cesar / dos voces danzan el dolor y el viento / y la luna sin ti en la madrugada.

¿Quién es?

Por supuesto, Federico García Lorca, con todos sus vocablos: pez, luna, cabalgando, viento, agua, dolor.

Son joyitas.

Otro: se amontonaron lejos de su puerta ruinosa / con desprecio con asco con veneración con miedo / dio cenizas y dudas en su mensaje / pese a todo fue un poeta del porvenir. Este es sobre Heberto Padilla, recientemente fallecido, enterrado en un cementerio de Miami, con poca pompa y mucha falta del reconocimiento que merecía por los exiliados cubanos.

El poemario tiene cinco capítulos, en el de noches terceras, me fijo en uno que se titula poetas jóvenes. Hay esta cosa de siempre querer estar en el directorio oficial de la isla. Porque los cubanos no queremos estar en las listas del mundo, sino en las de nuestra propia Cuba. Es una especie de obsesión sin culpa.

Aquí dice que nos llevamos la poesía de la isla, aunque nunca figuramos en las antologías del momento.

No estamos allí, no somos nadie para los coterráneos. Este dolor de no haber sido parte del desarrollo de nuestro pueblo, de nuestra nación que nos aqueja, el no ser ciudadanos de ningún país, el ser apátridas, cuando la patria nos perfora, es lo que expresa Armengol en cada palabra, cada poema, cada estrofa.

En cuarto interrumpto, cuarta parte del libro, el poema en prosa inutilidades da esa visión de cultura rusa, tan aparentemente ajena a la vida tropical de la isla, y sin embargo, tan inserta en la cultura cubana a partir de los 60. Es de un análisis histórico que demuestra de nuevo el pesimismo del autor, una cualidad del desengaño de la vida, de la tristeza de nuestra vida cubana.

Dejo al lector el quinto finale, en el que se destaca una configuración ya distinta, un flujo de la conciencia, más narrativo, como un epílogo a todo lo que se ha destilado. Y que me reafirma en mi amargura, mi dolor, el espejo de mi alma esta madrugada.

`Cuaderno interrumpido’, de Alejandro Armengol, se presenta este martes 16 a las 8 p.m., en el Centro de Estudios Cubanos Félix Varela de la Universidad de St. Thomas, en la Calle Ocho y la Avenida 22, en el recién abierto Latin American Art Museum.